Antes de ser director, Boetticher fue de joven boxeador. Una vez le tocó enfrentarse a otro púgil que le superaba en estatura, envergadura, peso, juego de cintura, técnica, pegada, esgrima, velocidad, instinto. capacidad de intuición y de encajar. Boetticher volvió roto a su rincón al fin del primer asalto. Exigió de su mánager el abandono o él mismo abandonaría. Aún estaba lo bastante consciente para darse cuenta de que era inútil continuar la pelea.
El preparador era de opinión contraria. Según él, Boetticher
tenía ganada claramente la pelea. - "¿Por qué motivo?"- preguntó
entrecortadamente Boetticher, que no podía respirar como es debido. -"Porque
tu enemigo -contestó el preparador- va a abandonar, si le aguantas”. -"No va a abandonar, me va a machacar” contradijo Boetticher
muy convencido. “Sí. Te va a machacar -aceptó el preparador- pero tú
resistirás y entonces... -"¿Entonces, qué?" -preguntó Budd Boetticher,
temiendo que su preparador se la tuviera jurada por alguna razón
incomprensible, o fuera un bromista extravagante. -
Entonces estará desconcertado, después de haberte golpeado a
placer siete u ocho asaltos, en la quijada y en el hígado, tumbándote dos o
tres veces, alcanzándote siempre, viéndote delante de él, otra y otra vez en
pie, deshecho pero tenaz, como si te rieras de ti mismo y de él por añadidura.
Se dirá: soy mejor porque soy más alto. largo de brazos, con más peso y más
ágil a la vez, más clase, se boxear mejor, pego más duro, ni me adivina las intenciones,
y el golpe que me consiguió meter lo encaje sin sentirlo. Este chico era malo cuando
subió al ring conmigo, y ahora está peor...". -
"No le dejaré que tenga que discurrir eso -dijo
Boetticher- Mírale en su rincón: ya lo sabe. "-"Sí, pero se cree
que te va a tirar en el próximo asalto y acierta. Lo que no sabe es que tú te
vas a levantar cuantas veces haga falta. Llegará un momento en que crea que
está peleando contra un loco. No le merecerá la pena seguir esforzándose en
castigarte. ¿No te has dado cuenta de que tiene cara de inteligente? Un hombre inteligente
no acepta continuaren una situación fuera de lógica. O se aburre, o se descuida,
o se cansa y le entra el pánico de matarte, o algo parecido. Es inteligente y
consciente de su tremenda superioridad sobre ti: tiene perdida la pelea".
Boetticher se llevó una terrible paliza, levantándose siempre
cada vez que se sentía en la lona. Ganó la pelea, porque al noveno asalto, su
rival poderoso, en forma, decidió abandonar. Quizás temía recibir a todos los
hermanos de aquél pobre tipo en los vestuarios luego de la golpiza o empezaba a
pensar que el boxeo era inhumano y le perdió en caliente toda la afición, o no
estaba dispuesto a cargar todo su futuro con el recuerdo de un contrincante
muerto en un hospital tras unas horas o días de coma.
Boetticher ganó el combate. Seguir peleando cuando se está
perdido es ilógico para los poderosos, pero es necesario para los de abajo, los
que van perdiendo, los que no manejan el tinglado. Fue la inexplicable y
razonada argucia del preparador de Boetticher, y resume la moral de Bogart.
Años más tarde, Boetticher, envejecido y cansado, borracho y
tirado en una noche cálida en una callejuela mejicana, destruido y consciente
de estarlo, luego de haber hecho sin éxito ni recompensa diez excelentes
westerns. sin ningún aliciente ni perspectiva real para no abandonarse, recordó
los infames consejos de su preparador y salvó su vida.
Es la moral de Peckinpah durante el rodaje de "Grupo salvaje".
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